únicamente saberte pronunciándome delicado
y que en palabras tus besos acaricien,
que tus palabras laven mi pecho
y que en tus cantos se arrulle mi espíritu;
volver todas las noches en tus oraciones,
en tus ruegos, en tu respiración lunar,
ganar cielo y gloria
en tu mirada de noche negruzca
que susurra de nuevo un nombre, el mío;
el mío que se abraza a ese lugar,
de donde emanan las palabras,
desde el pecho tu boca me pronuncia,
refugiado y cobarde en las mejillas,
cuidadoso y afligido,
húmedo por ser dicho,
bañado de cálidos roces de vocecita,
la voz que abraza… de tu voz que
ama.
J. Roberto Morales
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